De acuerdo con la Nota Técnica N.º 13 de la Organización Latinoamericana y Caribeña de Energía (OLACDE), titulada “Una mirada de la energía nuclear como fuente de energía firme en las transiciones energéticas de América Latina y el Caribe”, la energía nuclear reafirma su relevancia como una fuente firme, confiable y de bajas emisiones de CO₂, indispensable para alcanzar las metas de transición energética en la región.
El documento destaca el papel estratégico que la energía nuclear puede desempeñar en la diversificación de la matriz energética regional, al reducir la dependencia de las centrales termoeléctricas basadas en combustibles fósiles. Actualmente, su uso para la generación eléctrica en América Latina y el Caribe está concentrado únicamente en Argentina, Brasil y México, que en conjunto suman una capacidad instalada de 5.353 MW, lo que representa apenas el 1 % de la capacidad total de la región.
Argentina cuenta con 1.755 MW, equivalentes al 4 % de su capacidad instalada, y ha extendido por 30 años adicionales la vida útil de centrales estratégicas como Embalse. Brasil dispone de 1.900 MW, que representan el 1 % de su capacidad instalada, mientras que México opera 1.608 MW a través de la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde, propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
A pesar de su baja participación actual, varios países de la región que aún no cuentan con esta tecnología están considerándola activamente en sus planes de expansión a mediano y largo plazo. Un ejemplo de ello es Ecuador, que ha suscrito un memorando de entendimiento con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para explorar el uso pacífico de la energía nuclear y avanzar en la diversificación de su matriz energética.
No obstante, el desarrollo de la energía nuclear en la región enfrenta importantes desafíos, entre ellos la viabilidad financiera, debido a las elevadas inversiones requeridas en construcción, operación y desmantelamiento; el fortalecimiento de un marco regulatorio y de seguridad robusto, con autoridades independientes y cumplimiento de tratados internacionales como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y los acuerdos del OIEA; la gestión segura de residuos radiactivos a largo plazo; la formación de recursos humanos altamente especializados; y la aceptación social y política, que exige procesos de participación pública, transparencia y comunicación permanente.
OLACDE subraya que los países que opten por desarrollar esta tecnología deberán construir una infraestructura integral, que incluya políticas claras para todo el ciclo del combustible, planes de desmantelamiento desde la etapa de diseño de los proyectos, así como un sistema sólido de seguridad y protección radiológica, garantizando que la energía nuclear pueda contribuir de manera responsable y sostenible a la transición energética de América Latina y el Caribe.
Revisa la nota técnica completa: https://www.olade.org/publicaciones/nota-tecnica-n-13-energia-nuclear/
