En este contexto, el papel del gas natural destaca como un componente importante en este proceso. Mientras la región trabaja para cumplir los compromisos globales y reducir la vulnerabilidad climática, la diversificación energética ha sido una prioridad.
Las energías renovables han jugado un papel clave en esta transición y el gas natural juega un rol relevante en nuestra matriz, pues hoy representa el 26% de la energía primaria de la región.
El gas natural tiene un rol estratégico en la generación de electricidad: i) mitigar los riesgos asociados con la volatilidad de los precios del petróleo, ii) proporcionar capacidades de respuesta rápida y mantener la estabilidad de los sistemas, y iii) servir de capacidad instalada de respaldo para las hidroeléctricas que enfrentan riesgos al cambio climático.
Los países de América Latina y el Caribe son participantes activos en la cadena de valor del gas natural. Por una parte, los países productores; Trinidad y Tobago, México, Argentina, Bolivia, Brasil, Perú y Venezuela, actualmente abastecen alrededor del 5% del volumen total de gas consumido en el mundo, y por otro parte, del total de importaciones de gas natural de ALC, un 73% proviene de países productores de la misma región.
Las perspectivas muestran que el gas natural seguirá jugando un papel importante en la matriz energética regional. Se espera represente del orden del 20% hacia el año 2050.
Es importante que los países de la región fortalezcan los marcos regulatorios e institucionales para garantizar el uso eficiente y sostenible del gas por lo que es necesario abordar las cuestiones medioambientales relacionadas con el uso del gas natural, especialmente las emisiones de CO2 y metano.
Se deben evaluar alternativas tecnológicas para descarbonizar este sector y OLADE juega un papel clave en el fomento del diálogo y la cooperación técnica para alinear las estrategias de descarbonización con las oportunidades que ofrece el gas natural en la transición energética de la región.
