El Caribe avanza con determinación hacia una nueva era energética marcada por la innovación, la sostenibilidad y la resiliencia. La región se encuentra en un punto de inflexión histórico, donde los desafíos se convierten en oportunidades para transformar su matriz energética y fortalecer su independencia económica.
Hoy, más del 70% de la energía primaria del Caribe proviene del petróleo, un contexto que impulsa a los países de la región a acelerar la transición hacia fuentes más limpias, diversificadas y seguras. Este proceso se da en paralelo con un creciente compromiso por reforzar la resiliencia ante el cambio climático, fortaleciendo infraestructuras eléctricas y sistemas sociales frente a fenómenos naturales cada vez más intensos.
Según la publicación “Navegando la Transición Energética en el Caribe” de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), los sistemas eléctricos están en plena fase de modernización. Si bien aún existen márgenes de mejora en eficiencia, países como Jamaica y República Dominicana ya lideran la digitalización de redes, con más del 50% de sus sistemas inteligentes en operación. Este avance refleja un cambio de paradigma en la gestión energética regional, donde la tecnología se consolida como motor del desarrollo.
La digitalización y diversificación son los pilares de esta transformación. Iniciativas basadas en automatización, inteligencia artificial y monitoreo satelital, como las desarrolladas en Surinam, muestran el enorme potencial de la innovación para optimizar redes, reducir pérdidas y garantizar la continuidad del suministro. A su vez, la expansión de la energía solar, eólica y los sistemas de almacenamiento de gran escala abre el camino hacia un modelo energético más limpio, inclusivo y competitivo.
En este esfuerzo, la cooperación regional es fundamental. OLADE impulsa alianzas estratégicas con CARICOM y el Centro Caribeño de Energías Renovables y Eficiencia Energética (CCREEE) para promover proyectos de interconexión eléctrica, subastas regionales y mecanismos de financiamiento compartido, que permitan reducir costos, fortalecer la seguridad energética y acelerar la descarbonización.
Con políticas públicas innovadoras, inversiones sostenibles y una visión compartida, el Caribe tiene hoy la oportunidad de convertirse en un referente global de resiliencia climática, demostrando que el futuro energético sostenible puede construirse desde la cooperación, la tecnología y la determinación de sus pueblos.