En un momento en que el mundo está reevaluando sus sistemas energéticos para abordar los desafíos climáticos, tecnológicos y geopolíticos más significativos de nuestra época, América Latina y el Caribe se encuentran ante una oportunidad única: establecer una voz unificada que pueda influir, proponer y liderar soluciones sostenibles a nivel global.
Como Secretario Ejecutivo de la Organización Latinoamericana y Caribeña de Energía, deseo compartir con ustedes un hito que representa esta visión estratégica y refuerza el mandato colectivo que hemos construido: la adopción oficial de nuestra nueva denominación, OLACDE, la cual fue aprobada por los 27 Estados Miembros tras completar los procesos nacionales de ratificación, conforme al Convenio de Lima de 1973. Este avance no solo es fundamental desde una perspectiva institucional, sino que también simboliza claramente nuestra identidad regional, inclusiva y diversa, al integrar explícitamente a la subregión del Caribe en el propio nombre de nuestra organización.
Este logro es resultado de un proceso iniciado en 2007, cuando la Reunión de Ministros aprobó modificar el Artículo 1 del Convenio de Lima para hacer visible al Caribe en la denominación del organismo. La concreción de este cambio requirió la ratificación por parte de los 27 Estados Miembros, tal como estipula el Artículo 36 del Convenio; este proceso culminó con la ratificación por parte de Haití, lo que permitió implementar efectivamente el cambio.
El valor de esta transformación reside en su profundo significado político y técnico. No se trata simplemente de actualizar un nombre; implica reafirmar nuestro papel en un contexto energético internacional que exige instituciones capaces de anticipar tendencias, fomentar cooperación, fortalecer capacidades e impulsar decisiones basadas en evidencia sólida mientras se consolidan plataformas regionales que faciliten la transición hacia sistemas más limpios, seguros y resilientes. De este modo, OLACDE se convierte en un espacio más representativo y coherente con los desafíos y oportunidades presentes en nuestra región, una región rica en recursos renovables, donde crece la necesidad de integración eléctrica; se desarrollan nuevos vectores como el hidrógeno bajo en emisiones; y hay urgencia por avanzar hacia modelos económicos bajos en carbono.
Como organismo técnico-político líder en la región, vemos este momento como un compromiso renovado para profundizar nuestras labores relacionadas con planificación energética, marcos regulatorios, cooperación científica, financiamiento climático, resiliencia ante riesgos ambientales, eficiencia energética, movilidad sostenible, almacenamiento energético limpio y transformación digital.
La transición hacia OLACDE refuerza nuestra misión de unir a los países bajo una agenda técnica robusta orientada a resultados concretos. Esto nos posicionará como actores estratégicos dentro del panorama energético global. Asimismo, representa un reconocimiento a nuestra diversidad como fortaleza esencial y a nuestra cooperación como herramienta frente a las complejidades energéticas del siglo XXI.
En los próximos meses implementaremos gradualmente esta nueva denominación en todos nuestros instrumentos oficiales, así como plataformas institucionales y documentos técnicos. Este proceso se llevará a cabo con total transparencia rigurosidad coherente con las características distintivas de nuestra Organización.
Con ello, OLACDE inicia así una nueva etapa marcada por una identidad renovada y la convicción firme de que juntos podemos liderar una transformación energética justa y resiliente para toda la región.
