Este evento organizado por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su segunda edición, se trataron los retos y oportunidades que se pueden aprovechar tanto a nivel regional como mundial para alcanzar las cero emisiones netas en la región.
El número de países que anuncian objetivos de emisiones netas cero para las próximas décadas sigue creciendo. Aunque los compromisos asumidos por los gobiernos hasta la fecha siguen siendo muy inferiores a los necesarios para conseguir que las emisiones mundiales de dióxido de carbono relacionadas con la energía sean nulas en 2050, la ambición de reducir las emisiones está aumentando rápidamente en todo el mundo.
Al respecto el secretario ejecutivo de Olade, Alfonso Blanco, sostuvo que “Latinoamérica y el Caribe poseen un 25% de energías renovables en la composición de su matriz primaria de energía. Un 59% de la generación de electricidad proviene de fuentes renovables y tenemos la ambición de llevar ese indicador al 70% antes del 2030”.
Mencionó que existen 3 países con una matriz de generación de electricidad cercana al 100% de renovabilidad y que hay un crecimiento ininterrumpido de incorporación de energías renovables no convencionales, fundamentalmente eólica y solar que se da a altas tasas; fundamentalmente a partir de mecanismos de subastas de energía que han demostrado ser efectivos y eficientes en costos para los sistemas eléctricos de muchos de los países de la región.
De acuerdo a criterios de los ponentes que participaron en la Mesa Redonda Ministerial, algunos países de América Latina parten de una posición con desventajas en el camino hacia las emisiones cero, mientras que otros países con circunstancias más privilegiadas.
Según el secretario ejecutivo de Olade, Alfonso Blanco, señala que la región no posee una evolución de las transiciones energéticas que se realice al mismo ritmo entre países. “Adicionalmente, el ritmo que incorporamos de energías renovables al sistema es inferior a la tasa de crecimiento de la demanda de electricidad y las brechas entre países son amplias, existiendo aún fuertes barreras para el aceleramiento de las transiciones energéticas en muchos mercados”, manifestó.
En este contexto, resaltó que con las acciones que se han realizado actualmente “si no quebramos la tendencia natural para acelerar la expansión de la energía sostenible en la región, no cumpliremos los compromisos climáticos asumidos”.
Y para cumplirlos destacó como necesario: “ampliar la inversión en el sector, modernizar los marcos regulatorios, que fueron concebidos para un mundo diferente, lograr aprovechar las oportunidades a partir de una recuperación sostenible, creando empleos y reactivando las economías domésticas post pandemia y adecuar los sistemas energéticos a un mundo cada vez más digitalizado y que requiere y demanda innovar”, señaló.
Por su parte el director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía (IEA), Fatih Birol, llamó a los países de América Latina y el Caribe a continuar trabajando en pos de transiciones energéticas que conduzcan a la descarbonización de las economías de la región, e instó al sector público y privado a prepararse para recibir a otras tecnologías que se desarrollan actualmente, como el hidrógeno verde.
El presidente del BID, Claver-Carone, indicó «somos firmes aliados de la transición energética de la región mediante nuestro compromiso con los proyectos de hidrógeno verde, energía solar y eólica».
El jefe de la División de Energía del BID, Ariel Yépez, advirtió que hará falta un liderazgo político determinado y una colaboración pública privada que lo impulse. De lograrlo, indicó que en ese eventual escenario será más barato generar con renovables que con combustibles fósiles y se integrarían más renovables variables no solo en las redes locales sino también en las interconexiones internacionales.
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